viernes, 30 de octubre de 2020

 

Guarda lápices

 

Aquí estoy, sobre el escritorio, junto al ordenador.

Soy un recipiente cilíndrico de color verde pardusco y sin brillo, y poseo unas protuberancias como las de los dedos de los humanos cuando tienen artrosis. Parezco de madera, pero no; para ser más precisos soy de caña de bambú.

Antes de que me cortaran, yo pertenecía a una planta esbelta, alargada, con hojas, ramas y tallo, y por eso mucha gente cree que soy el tronco de un árbol, pero mi tallo es hueco, y no tengo corteza ni anillos que indican mis años; además aumento en altura, pero no en grosor. Lo que más me diferencia a simple vista de los árboles es que mi constitución viene marcada por nudos y entrenudos bastante marcados.

El caso es que parezco más frágil que la madera, pero la supero en durabilidad y dureza. Por eso sirvo para hacer muebles, sombreros, sandalias, platos, cestas, sombrillas, cubiertos, vasos, cuerdas, redes y hasta tejidos.

Mi utilidad en los hogares es lo que me recuerda mi procedencia, aunque hoy día debido a mi rapidez de crecimiento, soy el mayor productor de biomasa, no necesitando reforestación en mis bosques; soy así de original.

He volado miles de km desde el día que un turista me compró como una pieza que nunca había visto y me trajo a su casa.

Yo pensaba que me iba a utilizar para echar vino o algún licor, por mi forma cilíndrica y mi oquedad, pero colocó lápices y bolígrafos en mi interior.

Llevo muchos años así, y me gustaría que algún día cambiasen mi utilidad. Veo a quien se sienta frente al ordenador, y pienso si no le gustarán las flores. Para mí supondría una alegría que echaran agua en mi interior, y pusieran un ramito. Creo que no podría volver a respirar y tener vida, pero sería lo más parecido a cuando la tuve.

Y si las flores fueran secas, unas siemprevivas, tampoco me importaría, realzarían mi belleza, y compartiríamos recuerdos naturales.

 

 

 

Miren Intxaurraga


jueves, 29 de octubre de 2020

Javi

 

Tengo miedo a los humanos, siempre que ha ocurrido algo malo ha sido cuando había alguno cerca.     A la vez me siento en deuda con ellos por haberme dado la vida, aunque en realidad yo nunca elegí ser creado y menos para esa finalidad, de ser así tal vez hubiese preferido que no lo hicieran.

Yo soy hematofóbico, pero eso nadie lo tiene en cuenta, con mi filo mi dueño ha acuchillado a más de 13 personas, ahora me llaman arma blanca. El blanco no me gusta, prefiero el color rojo, hay quien dice que es el color de la muerte, creo que el que lo dijo debía de ser daltónico porque para mí es el color de la vida.

Estoy cansado de ser el chivo expiatorio, de cargar con las consecuencias de la inestabilidad e impulsividad de algunos humanos que nos utilizan, dándonos esa fama de peligrosos.

Siempre quise estar en un taller y afilar la punta a los lapiceros que luego crean obras de arte, aunque mi dueño es capaz de darle otros usos menos creativos.

Me gusta el contacto con la mantequilla, untar es una de mis actividades favoritas, incluso rasurar el vello de la piel de los humanos que es como un roce parecido al de untar sólo que con mi filo.

A veces sueño con ser una flor, que una mañana de mi mango de madera broten raíces y alguna que otra hoja para que del filo de mi cuchilla pudiese emanar algo colorido y oloroso.

En ocasiones mi dueño bebe demasiado y comienza a hablarme, yo le respondo que tal vez podría ayudarle, que por él podría hacer una excepción, que no me importaría conocer su interior a ver si encontramos algo que merezca la pena ya que por fuera no se lo encuentro, le animo diciéndole que no se corte, que donde cabe uno caben dos, pero no sé si me entiende…





viernes, 23 de octubre de 2020

Charo

No está bien, es una contradicción. Me debato en esta crisis existencial luchando contra demonios insidiosos que quieren adueñarse de mí mente y al siguiente momento pienso que mi desazón es el síntoma de un legítimo deseo de crecer, evolucionar, transformarme cual crisálida en futura mariposa.

Durante toda mi existencia he sido apoyo, descanso, incluso paño de lágrimas. He sido abrazado en representación de cuerpos ausentes, he sentido el calor de quienes me utilizaban para su comodidad, se supone que esa es mi razón de ser. También he sido lanzado, apartado sin escrúpulos cuando mi presencia no era requerida. Me han usado como objeto decorativo y, lo admito, me he sentido orgulloso por ello.

Ahora me veo arrinconado en este lugar oscuro sin saber si algún día volveré a ver la luz. Aquí he tenido mucho tiempo para reflexionar y añorar los pesos que en otro tiempo me abrumaban. Pero no, esta es una añoranza servil y desesperada, la verdadera, la loca y sublime es la otra, la que casi no me atrevo a formular, el sueño que ya no puedo arrancar de mi corazón.

Tener brazos y piernas, poder abrazar y no solo ser abrazado, correr a buscar contacto humano en vez de estar condenado a esperar que venga a mí. ¿Estoy loco? ¿Es mi sueño la más vana de las quimeras? Ni lo sé, ni me importa porque simplemente es todo lo que ahora tengo.

 

Javi

  La sonrisa, amplia y sincera completa el ancho de la cara, el resto del cuerpo rígido y frío como si de dos piezas unidas por algún tipo d...